Entre las poblaciones domesticas, por las características productivas de la fibra, se conocen dos fenotipos o variedades de alpacas: Huacaya y Suri; y dos de llamas: K’ara y Chaku. Estos recursos genéticos deben ser motivo de una mayor atención y evaluación con fines de conservación, mejora genética, y mejora productiva, evitando así los riesgos de erosión genética. En este sentido, atención especial merece la alpaca Suri, considerada en vías de extinción.

Para conservar y mejorar estas especies y variedades, se requiere prestar atención al desarrollo de rebaños que permitan registrar su producción y la selección de animales y al mismo tiempo proveer de animales mejorados a los rebaños base de productores nacionales. En los últimos años el Estado Peruano, los Gobiernos Regionales y el sector privado vienen desarrollando una serie de proyectos orientados a recuperar y mejorar este importante recurso genético mediante el establecimiento de núcleos de reproductores selectos, mejora de la capacidad productiva de los criadores a través de asistencia técnica y distribución de reproductores mejorados, y mejora de los sistemas de comercialización (oferta organizada).

Con respectos a las poblaciones silvestres, la vicuña fue declarada en riesgos de extinción por la IUCN en 1969. Gracias a un Proyecto de Conservación (Cooperación Alemana), la población de vicuñas aumentó y ha determinado que en 1981 cambie su estatus a vulnerable. En la actualidad se cuenta con disposiciones legales vigentes que han permitido que las Comunidades Campesinas en cuyo territorio habitan vicuñas se favorezcan por la comercialización de la fibra de vicuña, muy cotizada en el mercado mundial, en un marco de supervisión y control a cargo del Sector Agricultura. Asimismo, se vienen desarrollando diversos proyectos de repoblamiento a fin de que otras comunidades sean también favorecidas.

Importancia de los camélidos en la zona Alto Andina



La ganadería de los camélidos constituye una de las actividadesproductivas y económicas más importante que se desarrolla en la zona altoandina. De ella dependen más de 150 mil familias pertenecientes mayormente a Comunidades Campesinas de departamentos considerados en situación de pobreza y extrema pobreza. Para estas familias, la crianza de camélidos representa del 70 al 80% del ingreso familiar anual.