Camélidos sudamericanos

El repoblamiento considera que se deberá contar con una extensión de pastos naturales mínimo de 1,000 hectáreas, con fuentes de agua segura, y debidamente evaluadas en cuanto a su oferta alimenticia y riesgos sanitarios (enfermedades parasitarias) que puedan poner en peligro la vida de las vicuñas a trasladar. Se establece la elaboración de un expediente técnico de repoblamiento y la firma de un Convenio entre las Comunidades que intervienen, en donde la Comunidad aportante recibirá una compensación por los animales.



CARNE DE CAMÉLIDOS
La carne de los camélidos (Alpaca y Llama) se destina principalmente a la comercialización para obtener ingresos, el trueque, y el autoconsumo (generalmente animales viejos o que han muerto por accidente).

Relacionando la producción nacional de carne de camélidos y los habitantes a nivel nacional se ha determinado un consumo per cápita de 0.46 kg/hab/año. Esta cifra a nivel nacional resulta insignificante y motiva una preocupación para mejorar el consumo de carne de camélidos; sin embargo, a nivel de algunos departamentos con mayor hábito de consumo de carne de camélidos como Arequipa, Huancavelica, Puno, y Cusco, el consumo por habitante es mayor. En los últimos años, en Lima se ha ido desarrollando una demanda creciente de carne de camélidos.

Los productores ofrecen el producto como carne (fresca o deshidratada) o como animales en pie. Los animales en pie son vendidos a los rescatistas o a recolectores de ganado. Al sacrificar un animal, destinarán la carne para ofrecerla en los mercados regionales, mientras que las vísceras serán utilizadas para el autoconsumo.

La comercialización de desarrolla en condiciones desfavorables al producto en cuanto a calidad y presentación se refiere, puesto que no son beneficiadas en camales y se transportan en mantas hacia los centros de consumo, produciéndose un excesivo manipuleo, generándose un mercado informal. El producto se ofrece al consumidor en su domicilio (venta casa por casa) o adquiriéndose para destinarlo a su uso en restaurantes y comerciantes de alimentos, quienes procesan el producto y lo ofrecen como carne de otras especies o en comidas típicas bajo la forma de chicharrones, adobo, etc.

En la medida que el producto se comercializa de manera informal en el mercado, los precios de la carne en la zona urbana se cotizaban por debajo de las demás carnes, representando un 30% con respecto a los ovinos y un 50% respecto a los vacunos (Vilca 1991).